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SIEMPRE SILVA

por: Juan Gustavo Cobo Borda

El 14 de diciembre de 1882 Jose Asuncion Silva escribe un poema titulado “Crepusculo”. “Sobre un fondo de tonos nacarados”, “Se pueblan de tinieblas los espacios / Y las almas de sueños!”. Y en medio de este escenario, “ se recuerdan las caras adoradas/ De los queridos muertos”. Cualquier texto, de un gran poeta, nos transmite su tono y su nervio. Su musica intima y las figuras recurrentes de su mitologia. Asi sucede en este caso con Jose Asuncion Silva. Abro al azar sus Poesias, en la muy confiable edicion critica de Hector Orjuela (1979) y me topo con este texto : la hora gris, propensa al ensueño melancolico ; la cavilacion en torno a lo fugaz de todas las cosas, incluido el ser humano ; la reflexion acompasada, que poco a poco nos envuelve con su ritmo sugerente. Y todo ello emanando de un dibujo muy preciso:

“La silueta del templo
Los altas tapias del jardin antiguo
Y los arboles negros
Cuyas ramas semejan un encaje
Movidas por el viento”.
Que precision y a la vez cuanta evanescencia. Que modo de decir y que manera de callar. Se trata, sin lugar a dudas, de un contemplativo con mirada sagaz y penetrante, que un año despues, 24 de abril de 1883, estampa como titulo de otro de sus poemas la palabra definitoria, “Melancolia”, para decir a continuacion :
“De todo lo velado,
tenue, lejana y misteriosa surge
Vaga melancolia”

Pero ella, que parece aislarlo en una soledad asumida, tiene un reverso dinamico, de empatia universal, “Leve cadena de oro / Que una alma a otra alma con sus hilos une / Oculta simpatia”. Es quizas la misma mentira, con los ojos azules, que exaltaron Becquer y los romanticos, y que funde en una aparicion lunar, tan concreta como inasible, a la mujer y a la poesia, hechas una en el espectro evanescente de tanta sombra y de tanta musica.

Tan palidos y a punto de desvanecerse como sus quimeras, pero a la vez dotados de una sospechosa energia. En el caso de Silva, negocios y poemas, acreedores y traducciones (¿que diria de “La muerte de Ivan Ilich”, la obra maestra de Tolstoi, este Silva que reconocio aterrado ante Sanin Cano la posibilidad de morirse sin haber leido Guerra y Paz?). Novelista y dotado prosista. Diplomatico y fracasado empresario. Pero ninguna de estas mascaras alcanza a ocultar al Jose Asuncion Silva esencial : aquel que tradujo a Victor Hugo, imito a Gustavo Adolfo Becquer, comprendio a Bolivar y se supo parte de una tradicio valida que lo unia, en el hilo dorado de la palabra ritmica a Ruben Dario, Diego Fallon y Rafael Pombo.
En los poemas dedicados a Fallon y a Pombo (“Futuro”, fechado en noviembre de 1886) el mismo topico : cuando en los tiempos venideros, ya no recuerde nadie tus versos, sera la naturaleza la que siga rimando, en una misma estrofa, “los leves nidos y los hondos valles”. No solo la naturaleza, tambien los seres humanos, en el caso de Pombo :

“Puedes morir. ¡Que impora!... Mientras haya
Almas que sueñes, labios que provoquen,
Noches de duda, claras primaveras,
..............................
Viviran tus estrofas magistrales
Y tu memoria vivira con ellas,
Como entre las negruras del vacio
La lumbre sideral de las estrellas”.

Y ello por tener los pies en una tierra que hizo suya, Bogota,y una lengua que convirtio en su instrumento para perdurar: el español. Asi lo expreso en un poema de agosto 1 de 1883 : “La ventana”, donde el poeta se torna la voz misma de las cosas viejas y desde alli, desde una muy vieja ventana colonial, mira pasar la cabalgata de la historia: La dama española, “Que al venir de la hermosa Andalucia /A la colonia nueva / El germen de letal melancolia / Por el recuerdo de la patria lleva?”. Esa lengua, de desterrados y transplantados, que cambiara a traves de las brisas y huracanes del Atlantico, del ritmo Caribe y el ascenso penoso por la cordillera, hasta esa altiplanicie, al igual que tantos planos que pueblan sus versos, para revivir un baile, recordar a una joven muerta, o entonar ese acompasado requiem de un perpetuo “Dia de difuntos”:

“La luz vaga .... opaco el dia
La llovizna caey moja
Con sus hilos penetrantes la ciudad desierta y fria”.

Esa ciudad, donde rumbo al suicidio Silva deambulaba y se sostenia con el manantial inagotable de los cuentos infantiles aspirando los perfumes de “la senda florecida que atraviesa la llanura”. Si, esa Bogota y esa Sabana que aun subsisten gracias a su don unico.

©2008