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EL PAISAJE INTERIOR DE CABALLERO CALDERON

Juan Gustavo Cobo Borda


"La vida urbana no es sino artificio" dice Eduardo Caballero Calderon al iniciar su Diario de Tipacoque (cuadros de costumbres), 1950 y aclara antes: "En la ciudad el hombre se pierde y se desnaturaliza" Aqui reside la primera paradoja, de las muchas que marcan y a la vez animan su tarea de escritor, pues - no es acaso la novela un producto propio de la urbe, de la polis, desde el Satiricón de Petronio hasta La Habana para un infante difunto como nos lo recordó precisamente Guillermo Cabrera Infante? Y Caballero Calderón no se define, por cierto, como novelista, aun cuando haya sido también cuentista, ensayista, memorialista y autor de libros de viajes? "He visto que toda gran literatura es un retorno al campo, que es la soledad interior", recalca Caballero, pero la soledad interior apunta más hacia la introspección de la poesía que al coloquio de voces y la puesta en escena que la novela propone. El interactuar de personajes en un acotado espacio verbal, llamese pueblo o conciencia. La columna periodística, gracias a las cuales compuso Tipacoque. Estampas de provincia (1940) y Diario de Tipacoque( cuadros de costumbres (1950) puede esbozar una figura, hacer un retrato, diseñar una situación, pero se agota y cierra en esa limitada cuadricula de la pagina editorial o el suplemento literario. En ellas recalca una y otra vez la "discordancia", "la incoherencia melódica" de las ciudades, y la conversion del campo en algo cómodo y urbanizado: Eso era lo que buscaba el citadino cuando iba a veranear algunos dias , a la tierra de sus ancestros.

Pero Caballero se sentia, en verdad, hombre de campo, con los problemas de quien tiene hacienda, responsabilidad con sus trabajadores y compensacion, en las noches con luz de vela, de reposar en la hamaca, contar estrellas y rememorar algun poema. E incluso repetir una y otra vez que en el campo quiere morir, abonando con sus huesos el lugar que por siglos fue de su estirpe.

Este producto tipico de la industrializacion de las ciudades,, con su afan informativo en el radioperiodico y la prensa, quienes lo dieron a conocer y le permitieron vivir, añora un ambito donde aun se da "la sinfonia campestres", con sus acordes y armonias y en contra de la ciudad con esa "musica sincopada y estridente que solo se alimenta del ritmo. El ritmo sin soporte melodico es puro ruido, es lo mecanico frente a la musica que es libre y espiritual" ¬øEn donde ha nutrido Caballero Calderon esta filosofia ? En Tomas Rueda Vargas, su maestro de niño, que como rector del Gimnasio Moderno, " Se apeaba de su yegua al pie de la escalinata que conducia a la sala de la rectoria" y a esa imagen de "tardes luminosas e interminables que parecian agonizar en la polvareda del camino real", les añadia, en el recuerdo, "las recuas de burras cargadas de adobe o ladrillo recien cocido que cruzaban por los campos de juego"; tal como lo recordo en 1943 al hablar de este enamorado de la Sabana de Bogota y de los avatares de la Independencia, con Bolivar a la cabeza. Porque Tomas Rueda Vargas lo que habia plasmado y modelado en el espiritu de Caballero Calderon es su "paisaje interior" Lo habia hecho con "tono ligero" Con "escepticismo fecundo" y "patriotismo fervoroso" Y con inolvidables excursiones al campo, "colgados de la cola de una yegua subiamos la pavorosa cuesta por el camino de Yomasa a Cruz Verde" Niebla del paramo. Helechos que chorreaban agua. Apego a la tierra.

Redondeo esta exaltacion del campo en otro antecedente ilustre. Un articulo suyo en el suplemento literario de EL TIEMPO (domingo 23 de febrero de 1953) se titulaba : "Un español de siempre. La vejez de Azorin"

En pleno auge de la novela existencialista y el teatro del absurdo el apela a pedagogos en mula y caminantes por las rutas de una Castilla reseca y atemporal: la Castilla del Quijote.

Habla de ese prosista periodista que a los 80 años ha decidido no volver a escribir y recuerda su fragil silueta por las librerias de viejo de Madrid, en busca de infolios perdidos, de ediciones agotadas, de palabras ya en desuso. Pero tambien rememora- y son sus palabras: " el pintor maravilloso, el detallista cuyas paginas nos recuerdan los lienzos de los grandes maestros holandeses que se complacian en la copia y el retrato de interiores"

Las pequeñas cosas. "Lo atrae el toque humilde y revelador que pasa inadvertido para el resto de los caminantes" El tiempo sobre las cosas.

Azorin recorre a pie los pueblos de la llanura castellana, sus murallas vencidas, sus plazas desiertas, sus casinos donde aun conspiran cura y hacendado, notario y alcalde, los pasos del Quijote, siglos despues , y nos ofrece asi un mundo inmovil hace siglos. Sencillez, claridad, minuciosidad, y la "perla inesperada de un vocablo viejo y sabroso que brilla entre las palabras comunes y corrientes" Concluye:

"La prosa de Azorin tiene como la capa de polvo que se adhiere a las cosas el poder de levantarse de pronto e irisarse al sol de la poesia, creando una ilusion admirable que raras veces podemos encontrar tan lograda en otros estilistas de España" Azorin fue el punto de referencia. Era la mirada aguda y la prosa seca para reedificar un mundo que se habia venido abajo. La epica del Cid, Don Quijote a caballo y Sancho en burro, los misticos y el teatro barroco, la perdida del imperio y la España invertebrada. Ella solo subsistia, sin un proposito comun, entre inmensas dehesas improductivas para el disfrute de la caza entre los aristocratas . Hambre y la iglesia imponiendo resignacion. Una y otra vez podemos encontrar tales ideas, reiteradas en su centenar de libros, compuestos de pulcras paginas aparecidas en los periodicos.

Servia todo ello para mirar a Colombia? Asi lo creia Caballero Calderon. Asi lo proponia Alberto Lleras Camargo, periodista extraviado en la politica, como lo definio Gabriel Garcia Marquez cuando en junio de 1973 recordo a Azorin en estos terminos. Habla de su estilo "sobrio, sencillo, humilde, presuntuosamente humilde" "Azorin para pueblos que se habian educado oyendo sermones y homilias apasionadas y amenazantes y discursos parlamentarios inocuos y sonoros, era la novedad que el mismo no debio sospechar nunca. Pero como ha evitado de daños y deslizamientos posteriores" Leccion de contencion y limpieza, en donde asomaba una España que los propios españoles habian destruido sistematicamente."Cortados sus arboles, cegadas sus fuentes, y tornada amarilla y cruel, de verde y amena" No era más la España de las huertas arabes y los arcaduces rumorosos sino la Epsaña de hierro y polvo. De honor y cruzada en pos de la reconquista. De subirse a los barcos, tras el Nuevo Mundo, y sus Dorados, pues con sembrar en Castilla a duras penas se podia fingir un magro condumio al dia. Habia que dar voces y alquilar la espada al mejor postor, tornandose soldado de fortuna en los tercios de Flandes o el saco de Roma. Con la invocacion a Dios o al apostol Santiago en la boca, entre blasfemias y plegarias.

Jose Ortega y Gasset, al comentar en 1912, un "nuevo libro de Azorin" dira: "El arte de Azorin consiste en suspender el movimiento de las cosas haciendo que la postura en que las sorprende se perpetue indefinidamente como en un perenne eco sentimental. De este modo, lo pasado no pasa totalmente. De este modo, se desvirtua el poder corruptor del tiempo" (Obras completas. Tomo I, 1902-1915, Taurus, 2004, p. 536)

La España inmovil, preservada en las viñetas atemporales de Azorin, la cual Caballero Calderon pretendia afin a su Boyaca sin agua y amodorrado entre una historia epica, que se degrada en la comercializacion del turismo, o se olvida en la rutina de la pedagogia, si tenia un presente: aquel donde los jovenes , si no consiguen puesto publico ("una corbata","un enchufe", "una chanfaina") solo aspiran a manejar camion o bus para irse hasta Venezuela.

"Los mocetones de la generacion del automovil, que ya trocaron la manta de Samaca por el dril de Fabricato, el jipa pastuso por la corrosca mexicana y las quimbas de Santander por las botas de la Corona"

Por lo menos , la vestimente habia cambiado, mientras la radio atronaba con corridos mexicanos.

La leccion de sobriedad de Azorin encierra otro mensaje para Caballero. El, como el maestro, era tambien "un insatisfecho, un decepcionado, tal vez hasta un revolucionario larvado" Que veia como hambre y orgullo no se llevan bien, hasta estallar en la sangrienta revuelta. Guerra civil española. Violencia partidista colombiana. Bajo un cielo inmovil esos pueblos aparentemente atemporales que habian levantado las prosas de Azorin y Caballero Calderon se cuarteaban, deshacian y erosionaban bajo la nivelacion homogenizadora de los nuevos tiempos, tratese de la violencia desplazando a los moradores, tratese de los emprendimientos industriales, al alterar el medio ambiente, tratese de la soñada carretera, con su cambio de rutinas y habitos.

Cuando el 15 de enero de 1996 Mario Vargas Llosa entro a la Real Academia Española de la Lengua su discurso de orden verso sobre "Las discretas ficciones de Azorin" Alli donde observacion y fantasia, diario de viaje y reportaje periodistico, cubren, en redescubrimiento critico, rutas milenarias y pueblos que censo Cervantes en el Quijote. Puerto Lapice, Campos de Montiel, Sierra Morena, la cueva de Montesinos y la insula Barataria, donde ya realidad y ficcion se funden y confunden. Donde la prosa de Azorin, al suspender el tiempo y evitar la muerte, congela la vida: la torna literatura. Conserva y mantiene, releyendo siempre los clasicos. Los clasicos redivivos. El oasis de los clasicos, como indican dos de sus titulos. O Lope en silueta, somo señala otro. Tal la escuela de Eduardo Caballero Calderon, nutriendose de esta tradicion de clasicos y modernos, sean españoles o colombianos. Cervantes, Santa Teresa o Marco Fidel Suarez, quienes vuelven a decirnos lo de siempre, el ciclo que se renueva, y tambien la pasmosa sorpresa de encontrar en lo vetusto la clave imprevista del dia de hoy. El ritmo inalterable "el cual, como todo en el campo, llega con la Virgen del Carmen y se va con la Asuncion de la Virgen. Los deshielos del nevado en el mes de enero, las elecciones de marzo, los lirios de mayo, las moliendas de julio, el viento de agosto, las fiesta religiosas de diciembre, todo muere y renace alternativamente", dira en su capitulo-articulo llamado, por cierto "Nota sobre los ritmos naturales", de su Diario de Tipacoque.

Un mundo de tierra y campo, de adobe y barro, de la tapia pisada, el chusque y el bahareque. Un mundo de ruana de lana cruda de oveja y alpargatas santandereandas. De agua para luchar contra la erosion, donde se siembra trigo, tabaco y caña, con derecho a molienda en el trapiche de los comuneres, para fabricar asi la panela. Un mundo aislado, y en cierto modo autosuficiente, donde la cria de la vaca, el sebo de los marranos, los huevos de la gallina, la coca para los dolores, y los platanos del solar, pueden integrar una dieta que asegura la subsistencia. Pues "aqui se vive tan a compas del cielo, de la tierra y el arbol, que debe ser una dicha morir" Por ello la conclusion seria escueta : "La patria son cuatro cosas: la religion, la lengua, la tierra y la libertad" Pero su verdadera patria sera en realidad los libros. Su bien nutrida biblioteca, que le permitira escribir en 1947, con motivo del IV Centenario del nacimiento de Cervantes su Breviario del Quijote, "el autor dedica a España este libro, que fue engendrado en Colombia y vio la primera luz en Castilla"

Un breviario sobre un libro que anda y un libro que conversa. Un libro de viaje, en el camino, de seres transitorios, en dialogo inacabable. Libro de humor, donde el personaje no anula a la persona, y la incongruencia entre sus anhelos y sus pedestres realidades termina revirtiendose sobre el autor, Cervantes. Ese mal poeta, soldado que pierde un brazo y termina preso, funcionario que acaba en la carcel, por malos manejos o peor suerte, y que abruma al Rey, la Corte y los Tribunales de Indias con memoriales y peticiones, pidiendo plaza en Cartagena de Indias, como contador de galeras, o simple escribano en ese, pobre y rustico "pueblecillo" llamado Santa Fe, en el Valle de los Alcazares del Nuevo Reino de Granada.

El Quijote, exaltado como la Biblia del hombre español, se torna autobiografico en Caballero Calderon al explicar este, por contraste, sus preocupaciones de entonces como novelista suramericano. Una de ellas es la referida al paisaje, a como en el Quijote no llueve nunca y el viejo sol hiere todas las cosas, sin atenuarse nunca. "La Mancha es una estepa caliza, un espejo asoleado, un yermo bruñido por el verano. Los hombres son alli secos y retorcidos como raices" Y concluye: "Todo se marchita y agosta bajo el sol" (p. 79).

En cambio, en el Nuevo Mundo, las cosas son a otro precio. "La hipertrofia del paisaje que se observa en la literatura hispanoamericana la sufre, en realidad, el hombre de este continente, a quien, por otra parte, la humedad y el calor le han descompuesto el higado":

La lectura del Quijote y el analisis en 300 paginas que hace de su estilo y caracteristicas, de sus mujeres y la idiosincracia de su autor, del anarquismo español y el ideal caballeresco, torna a enfocarse sobre Boyaca y a mostrar el curioso mecanismo por el cual el ansia de los conquistadores por salir de su terruño español y precipitarse hacia nuevos horizontes, con sed inextinguible, solo se detiene cuando empiezan a recordar lo que dejaron atras. Esa España que en el siglo XIX no tenia reposo alguno, representada en un libro de aventuras, cuyos ideales eran el honor y la justicia. En un caballero andante, tras su soñada dama, Dulcinea del Toboso,que desface entuertos y busca la gloria postuma.

Por ello, Caballero Calderon viaja con el Quijote en mente para encontrar su Boyaca. La literatura, al vencer el tiempo, se hace dura, terca y cambiante realidad para cada lector que la hace suya, a su arbitrio, y encuentra en ella las letras que son alfabeto personal. Su manera de descifrar el mundo y encontrarse con su rostro en tal espejo.

Juan Gustavo Cobo Borda

©2010