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MARIO BENEDETTI (1920 - 2009 )

Juan Gustavo Cobo Borda


90 títulos con mas de 1300 ediciones, varias de las cuales corresponden a traducciones a mas de 15 idiomas. De uno de ellos, La tregua, novela aparecida en 1960, mas de 200 ediciones, "llegando a extremos casi cómicos como el de una de las adaptaciones para televisión que se hizo en Colombia donde aparecían narcotraficantes dentro de la trama que supuestamente surgía de la novela" (p. 103-104). Como anota su minuciosa biógrafa, la uruguaya Hortensia Campanella en su libro Mario Benedetti - un mito discretisimo (Madrid, Alfaguara, 2009).

Vida singular la de este autodidacta que llego a ser un cabal hombre de letras. De este estudiante de un colegio alemán, en Montevideo, que se interesaría, adolescente, en la logosofia - una esotérica forma de superación humano - y se iría detrás de su guru a Buenos Aires, trabajando para la filantrópica causa. Que se pagaría a si mismo sus siete primeros libros, en un país que según su definición era "la única oficina del mundo que había alcanzado la categoría de república". Y que seria con su libro Poemas de la oficina (1956) el primero que encontraría eco entre esas clases medias alfabetizadas que subsistían con varios puestos en la nomina oficial.

Ese país verde y con tranvía, poblado de empleados públicos con el termo para el mate bajo el brazo, compartía su sentido del deber como burócrata en la Contaduría General de la Nación. Era un destino nacional, al cual también se unían sus compañeros de la generación critica de 1945, como los ensayistas Ángel Rama, Emir Rodríguez Monegal y Carlos Real de Azúa, las poetas Idea Vilariño e Ida Vitales, y novelistas como el abogado Carlos Martínez Moreno. Iban de la cátedra en colegios a la nota en el periódico, sobre cines, libros o teatro, y terminarían por agruparse y polemizar entre si en el legendario semanario MARCHA que de 1939 a 19774, cuando fue clausurado por la dictadura, abrió sus paginas a los mas destacados exponentes de las letras latinoamericanas y a los candentes debates sobre el futuro político de aquel tranquilo país que exportaba carne, cuero y lana, y subsistía, con decoroso nivel, en espera de su jubilación.

Pero lo que llegaron fueron los golpes militares y la sangrienta confrontación con una izquierda que se radicalizaba cada día mas y que arrastro a amigos suyos como el abogado Raúl Sendic a convertirse en líder de la guerrilla tupamara, torturado y preso muchos años. En esa alargada década infame como Benedetti la llamaría luego no vacilo en dedicar una experimental novela en verso titulada El cumpleaños de Juan Ángel (1971) a Sendic precisamente; y a padecer un angustioso exilio que lo llevaría a Buenos Aires, luego a Lima, de nuevo a Buenos Aires, y por fin a La Habana, amenazado de muerte y huyendo de los represores de la seguridad nacional, que intercambiarían información, como luego se comprobó, entre los ejércitos de Argentina, Chile y Uruguay, para eliminar revolucionarios.

En ese clima de persecución y tormenta su público se amplio. Ahora eran canciones de lucha y de dolor, musicalizados sus poemas por Daniel Viglieti o Nacha Guevara. Ahora eran letras de exilio, perdidas y nostalgias que Joan Manuel Serrat o Tania Libertad ponían a circular, desde la clandestinidad o en auditorios juveniles, simpatizantes de Cuba y radicales en su rechazo a Estados Unidos. Pero el ensayista que había titulado uno de sus libros El país de la cola de paja (1960) era ahora la figura contestataria que abarcaba horizontes mas amplios como fue el caso de su libro de ensayos Letras del continente mestizo (1967) donde ya se ponían a dialogar figuras como Cortazar, Fuentes, Garcia Marquez, Donoso, Roa Bastos y Mario Vargas Llora, sin olvidar poetas como Nicanor Parra o Ernesto Cardenal. O el cuentista que le hablaba al hombre de a pie y usaba a los feos como personajes dignos de encontrar un amor a su medida.

Emotiva, simple, conversacional, su poesía no alcanzaba grandes alturas, y él mismo llego a definirse como un poeta menor, pero había logrado sintonizar con un talante de despojo, pocas cosas y preguntas cotidianas. De sencillismo aprendido en el poeta argentino Baldomero Fernandez Moreno. Tácticas y estrategias para amar, conciencia del paso del tiempo, llanto fraterno por torturados y desaparecidos y las amargas lecciones del exilio, en soledad y distancia. Haber expresado ese momento histórico y luego el des-exilio, con su retorno a un país que ya nunca seria el mismo, hizo que sus poemas, cuentos, novelas, ensayos y teatro configuraran la sensibilidad de muchas y muchos que con su muerte vieron desaparecer un amigo de sueños y optimismos históricos, que luego el mismo Benedetti termino por reconocer como excesivo y distante de la realidad. Una de las muchas lecciones válidas de este libro justo y capaz de brindarnos una imagen coherente de este escritor tan popular, tal como lo ha perfilado Hortensia Campanella en su muy lograda biografía.

Juan Gustavo Cobo Borda

©2009