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Martin Amis: Eterna Inglaterra


Juan Gustavo Cobo Borda


Nacido en 1949 y graduado en Oxford, Martin Amis no es solo el hijo de Kingsley Amis (1922), el más brillante humorista y escritor satírico inglés de la postguerra, sino también el mismo reconocido novelista y muy sagaz y polémico ensayista. Curiosamente alguno de sus premios y reconocimientos parecen seguir las huellas de los de su padre.

Ahora en Experiencia nos entrega su autobiografía. Una obra singular, en verdad,  en la alta literatura. Sus núcleos: la larga agonía y muerte de su padre. ?Cuán duro es morir. Uno ha de obstinarse, jadeante, en ello? (p. 441). Y la desaparición de su prima Lucy Parkington, víctima de un asesino en serie, y la reconstrucción, 20 años después, del crimen, del entorno social del asesino, y del silencio, en definitiva, sobre ese momento atroz. ¿Qué paso? ¿Duró mucho??

Hay una inmersión, no hay duda, en situaciones límites, pero hay también un jovial y sostenido aliento vital en mostrar cómo este niño, de padres separados (asiste al hecho) se hace escritor, y estos traumas y clausuras se abren en una renovada transformación.?El dolor y el fracaso de los divorcios, el de su padre y luego el suyo propio, los hijos que se dejan, la aporreada vida, que se reanuda, se analizan y recrean con tino inteligente. También, a través de cartas suyas a la segunda mujer de su padre, también novelista, permiten reconstruir una formación clásica en literatura en el Oxford de hoy. Una curiosa mezcla de latín y Beatles, pubs e iniciación en las letras, por donde asoman figuras tan singulares como el propio Winston Churchill y el gran poeta con aires de diácono tacaño Philip Larkin. En definitiva: todo un rastreo en el origen de la escritura misma y los métodos para hacerla surgir a la luz.

??La escritura viene de la trastienda de la mente, donde los pensamientos se hallan aún sin formular y la ansiedad permanece silente. De ahí es donde procede: del desasosiego silente? (p. 351).?

Busca así dar forma a eso caótico y salvaje que ronda la vida, protegiéndola en su endeble fragilidad, y lo hace en el mundo: sus antológicos dolores de muelas donde cambia literalmente de rostro al perder todos sus dientes, el silencioso zumbido colectivo de esas salas de hospital donde su padre, tan prolífico escritor, solo intenta escribir una y otra vez la misma frase, el mismo número de teléfono.?

Admirador militante de Borges y Nabokov, y del premio Nobel judío norteamericano Saul Bellow, a quien erige en padre sustituto, esta autobiografía, como decíamos, es también una mirada a este mundo: ?Con el desmoronamiento de la Unión Soviética y la erosión de la disuasión, el planeta se ha convertido en un lugar donde hacer la guerra?. La frase de Don de Lillo que cita Amis parece cierta: Bosnia, Afganistán, Irak, Sudán.?

Incluso su actitud esperanzada ante el futuro de Israel, un país que quiere y piensa con la sangre, no le venda la lucidez: las manías persecutorias que van en incremento a medida que el asedio desgasta, muestran cómo el Estado - plaza fuerte acrecienta su componente militar.

?Casado, por segunda vez, con la hija del gran escultor uruguayo Gonzalo Fonseca y residente por largas temporadas en dicho país, Inglaterra y Londres vuelven obsesivos y recurrentes. El libro también acoge sus célebres polémicas con los medios de su país ?por un adelanto de derechos de autor, por la ruptura con su agente literario, por el entierro de su padre? y su diatriba contra ellos llega a ser shakesperiana. Los llama: ?maestros de la intromisión y la negligencia y la vulgaridad y la dipsomanía? (p. 475). Todo ello incrementa aún más el gusto por este libro único: Inglaterra me ha hecho así pero yo le devuelvo convertida en ficción. En individualidad concreta. En compasión. ?Mi padre se apaga y mi madre lo arropa? (p. 432).




Juan Gustavo Cobo Borda

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