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Bogotá, 1820  
A partir de "EL LIBRO AL VIENTO"


Juan Gustavo Cobo Borda

33 iglesias y conventos. Coto y lepra. Y cuatro agentes municipales, segun un Virrey, que se encargan del aseo: los chulos, la lluvia, los burros y los marranos.

Afición por el teatro, bailes, tertulias y procesiones, los 180 dias de fiesta, si se incluyen los domingos. "Los que no poca culpa tienen de que los colombianos se hayan vuelto perezosos y reacios al trabajo" (p. 31). Palabras de un inglés, Cochrane, quien en uno de los mas amenos e ilustrativos volumenes de "Libro al viento", De paso por Bogotá,  2008, nos permiten situarnos con claridad en nuestros orígenes. En darnos un sentido concreto de como se fue configurando la ciudad, en gentes, urbanismo e instituciones. También las palabras de Cochrane han revelado dimensiones que ignorabamos . "El palacio que habita el presidente de la república puede tildarse de cualquier cosa menos de suntuoso; tiene un techo plano y está construido con ladrillos simples secados al aire. El ala más larga sirve de cárcel y los paseantes son molestados por los presos, quienes les piden limosna o simplemente conversan con sus amigos". (p. 20-21)

Ciudad aislada e introvertida, tres veces por mes sale y se moviliza el correo de Cartagena a Bogotá y viceversa, con una demora de 19 a 20 dias hasta Bogota, "y alrededor de diez dias hasta Cartagena, navegando río abajo" (p. 32) El mundo quedaba lejos y estos viajeros, un inglés, un argentino, un suizo, un francés y un norteamericano, que integran el indice del No. 44 de la colección, son testigos fieles, que toman pormenorizados apuntes, y que gozan de un estatus singular. Son seres exóticos, aves de paso por una comarca no muy visitada. Como lo señaló el historiador David Bushnell en su ultimo escrito, "Colombia en el mundo", incluido en el volumen colectivo dirigido por Eduardo Posada Carbó, Colombia crisis imperial e independencia, Madrid, Mapfre-Taurus, 2011, "Habiendo sido una colonia muy de segundo orden dentro del imperio español, Colombia - o Nueva Granada en la terminologia primordial - se convirtió de repente en un pais lider de America Latina durante la epopeya de la emancipación. Después volvió, casi enseguida, a una relativa oscuridad internacional de la cual no saldria sino bien entrado el siglo XX" (p. 87)

Aislamiento geográfico y subdesarrollo económico fueron rotos, por momentos, gracias a la figura de Bolivar y el papel estratégico de la capital. El esquema se rompió pero la ruptura resultó efímera. Conclusión: "tan solo un ínfimo número de neogranadinos conoció de manera directa el mundo exterior" (p. 88)

Años más tarde (1881-1882), Miguel Cane, el argentino reitera estas características sobre la ciudad, "en la cumbre de un cerro perdido en las entrañas de la América" (p. 63), donde la acción municipal, en relación con la basura,  resulta "deslumbrante en su eterna ausencia" (p. 39)

Retrato donde se empieza a configurar el perfil de su habitante:
    "El bogotano es esencialmente escéptico; capaz de todos los entusiasmos, tiene cierto desden de hombre de mundo por la declamación patriotera de media calle" (p. 56)
Añadiendo " He dicho antes que Colombia se ha refugiado en las alturas, huyendo de la penosa vida de las costas, indemnizandose, por una cultura intelectual incomparable, de la falta completa de progresos materiales" (p. 73)

Creo que aqui se puede sugerir un libro que falta : la imagen que de Bogotá tienen las regiones del país, y, por cierto, de los innumerables textos escritos desde lejos, o viviendo en ella, de los provincianos que la sufrieron, disfrutaron, denigraron o realizaron su obra en ella. En sus periódicos o en sus galerias de arte. Tratese de Gabriel García Márquez o de Fernando Botero, en un momento de sus trayectorias. En todo caso, hay una página de Miguel Cane, donde al hablar del altozano de la Catedral, los malos olores de las calles, o los equívocos perfumes del mercado, se transforman en un centro neurálgico de vivacidad intelectual y de humor característico.

"Allí viene un cuerpo enjuto, una cara que no deja ver sino un bigote rubio, una perilla y un par de anteojos ... Es un hombre que ha hecho soñar a todas las mujeres americanas con unas cuantas cuartetas vibrantes como la queja de Safo ... es Rafael Pombo. Y Camacho Roldán y Zapata, Miguel A. Caro y Silva, Carrasquilla y Marroquin, Salgar y Trujillo, Esguerra y Escobar... todo cuanto la ciudad encierra de ilustraciones en la política, las letras y las armas."( p. 53)

Luego, en relación con la política, una política de continuos altibajos, de cambios de casaca, revoluciones y desastres, nada resulta muy estable pero el puesto público se constituye en el soporte imprescindible para subsistir. En todo caso, una tarde, el Dr. Carlos Holguin, "jefe de una de las secciones mas importantes del partido conservadoor" (p. 72), caido en  desgracia luego de la revolucion de 1876, se paseaba melancolicamente por Bogota "cuando del seno de un grupo liberal salio el grito de -¡Abajo los conservadores! Holguin se dio vuelta tranquilamente y encarándose con el gritón, le dijo con su acento más culto: - ¿Tendría usted la bondad de indicarme cómo es posible colocarnos mas abajo aun de lo que estamos? "(p. 73).

Por su parte el suizo Rothlisberger, profesor que publica su libro en Berna, en 1897, tambien señala otros rasgos de interés. "De Bogotá se ha dicho con alguna razón, que es un convento en armas, pues, junto a la Iglesia, mandan las fuerzas armadas, o mas bien sus jefes" (p. 110). Iglesia y ejército. Las dos únicas instituciones organizadas con rigor. En sentido contrario, actuan la chicha, que embrutece las cabezas; y la politica, que "corrompe el caracter" (p. 91). Comenzamos a vivir entonces esa sensación de deja vu, de ciclo recurrente, donde ante la inseguridad se impone "una reforma radical de la justicia", siendo ineficaces la horca y el fusilamiento. Pero lo revelador de la literatura es su caracter concreto. La anécdota diciente. Ante el drama de un incendio, "Se estuvo buscando en vano la bomba de extinción y resulto que el entonces ministro de guerra se la habia llevado a su finca para regar" (118).

Los bienes públicos al servicio de los intereses particulares. Pero estos cronistas viajeros tambien nos brindan una perspectiva cultural, que tiene que ver con nuestro tema. El suizo menciona un retraso visible : "Es raro ver en las paredes de estos salones cuadros o grabados realmente buenos, los que dan casi siempre la medida de la altura espiritual del dueño de casa" (p. 80). Por su parte, el frances Mollien lo respalda: "En algunas casas las paredes estan empapeladas; la mayor parte estan adornadas con guirnaldas de flores y figuras que delatan el mal gusto del pintor y el dueño " (p. 136).

En esta ciudad de 20.000 habitantes y 200 extranjeros, hacia 1800, no se insinúa todavia ningun rastro de cultura visual, al incorporar las artes plásticas a la vida cotidiana . No asi, por supuesto, en los altares de las iglesias coloniales, y el esplendor lujoso de su orfebrería. Estamos dentro de una cultura letrada, tal como la describio Mollien:
"La afición erudita que algunas personas tienen por las ciencias y las letras ha llevado al Gobierno a fundar una biblioteca que consta de unos 6000 volumenes y a crear un jardin botánico y un observatorio. Estos estan completamente abandonados: hay tres imprentas que tienen poco trabajo, pues solo editan dos semanarios y algunos alegatos de abogados " (p. 155).

No olvidar que en 1808 habia dos centenares de ellos en todo el virreinato. Concluyamos entonces, este viaje en la capsula del tiempo, con dos notas de Mollien:

    "Con tal de que no les hagan pagar impuestos y de que les dejen criticar a su gusto, los bogotanos se creen libres. Despues de haber sido Bogotá la que diera el impulso revolucionario, de ahora en adelante lo recibirá de las provincias, y cualquier enemigo que se adueñe del llano entrara en la capital". (p. 156).

Como lo dijo el general Tomás Cipriano de Mosquera en una de las muchas ocasiones en que fue depuesto de la Presidencia, el pais vivia "la anarquía normal", y la alarma como estado natural de los espíritus.
Y concluye Mollien : "Hay una plaga verdaderamente espantosa que aflige a Bogotá: los pobres" (p. 146)

Inteligentemente seleccionados y acompañados por notas de Julio Paredes Castro, los textos de estos cinco viajeros que pasaron por Bogotá entre 1820 y 1880 nos dan en este número de Libro al Viento una polifacética y justa visión de la capital en aquellos momentos. ¿Ha cambiado mucho?

Juan Gustavo Cobo Borda

©2011