María Clara Gómez


Pintura 1983 - 1986

El trabajo de Maria Clara Gómez ha ido conformando una obra serena, sin tracendentalismos, pero claramente íntima y poética. Una obra donde la realidad abre camino a la imaginación, donde la iconografía es facilmente reconocible, pero donde el valor de la anecdota se diluye ante el poder de los colores, de los planos, de la composición y de las demas concideraciones abstractas implicitas en el trabajo pictórico.

Sus pinturas plantean por regla general varios quiebres espaciales en forma de cuadrados y rectangulos de diverso cromatismo que aunados componen un paisaje visto simultaneamente desde varios ángulos y a diferentes distancias. Un color general, sin embargo, impone el espíritu, el ánimo, la atmósfera de cada obra dictaminando asi mismo su armonía. Mientras que el énfasis realista, expresionista o decididamente abstracto de cada segmento revela su libertad estilística, su poco apego a convenciones, e inclusive, cierta burla a las posiciones inamovibles en el campo creativo.

El retrato juega un papel preponderante en todos sus trabajos apareciendo por lo general acompañado por objetos cotidianos, comunes, pero vividos y de particular significación para la artista. Hay asi mismo en sus pinturas una clara constante arquitectónica y una permanente referencia al elemento urbano (inclusive en los paisajes que son parques). Mientras que la reinterpretación de las obras de grandes maestros como Miguel Angel o Velázquez o de sobresalientes artistas contemporaneos como Dine, Hocney, Warhol, Lichtenstein e inclusive Botero y Obregón, complementa las sugerencias implícitas en su extensa y variada temática.

La obra de Maria Clara Gómez es en conclusión un trabajo personal e independiente, en el que cuentan por igual, el particular mundo de la artista (lugares, personas, símbolos, objetos) y su singular apreciación del arte como medio de comunicar sentimientos y emociones.

Eduardo Serrano
Curador, Museo de Arte Moderno de Bogotá
1986